El Estrés Crónico
En la antigua Grecia, tres
médicos iban a ver a un paciente juntos. Ellos eran el "cuchillo"
médico, la "hierba" médico, y la "palabra" médico. La gente
que "inventó" la medicina comprendió que había una conexión entre la
mente y el cuerpo y practicada en consecuencia. Nuestras contrapartes
occidentales modernas (cirujanos, médicos y terapeutas) rara vez hablan entre
sí.
Cada vez hay más pruebas de que
los antiguos griegos tenían razón: nuestros pensamientos, sentimientos y
actitudes pueden afectar nuestro funcionamiento biológico y lo que hacemos con
nuestros cuerpos físicos puede afectar nuestro estado mental. De hecho, hasta hace
unos 300 años, la mayoría de los sistemas de medicina trataban la mente y el
cuerpo como un todo. No fue hasta el siglo 17 que las culturas occidentales
comenzaron a ver el cuerpo y la mente como entidades distintas. Los
investigadores comenzaron a revisitar la conexión mente-cuerpo a finales del
siglo XX y, desde entonces, han compilado una impresionante cantidad de datos
que indican que nuestros cuerpos y mentes comparten un lenguaje químico común y
están constantemente comunicándose entre sí.
Tal vez el más obvio de nuestros
ejemplos es el efecto del estrés crónico en la salud física. Nuestros cuerpos
están diseñados para manejar pequeñas dosis de estrés mental o emocional, y
algunos de ellos son necesarios para que nos mantengamos al tanto de nuestras
responsabilidades y que permanezcamos seguros en nuestros ambientes. Pero no
estamos preparados para manejar el estrés crónico sin consecuencias.
El estrés crónico puede provenir
de cosas como la preocupación por la salud o el bienestar de un ser querido, el
vivir en condiciones inseguras, problemas de dinero, cargas de trabajo
excesivas, etc. La experiencia de estrés crónico provoca un aumento en la
frecuencia cardíaca, la respiración se acelera, los músculos se aprietan, y la
presión arterial sube. La mayoría de los síntomas del estrés crónico son
físicos: dolores de cabeza, dolor de estómago, tensión muscular o dolor,
problemas de sueño, dolor en el pecho, fatiga, cambios en el deseo sexual. El
estrés también causa un aumento de la hormona cortisol, que los investigadores
han vinculado a problemas de salud graves.
Uno de los ejemplos más extremos
en la literatura sobre cómo el estrés emocional crónico puede afectar al cuerpo
es informalmente llamado "síndrome de corazón roto". La experiencia
de estrés, debido a una relación fallida, dolor u otra razón significativamente
estresante, puede causar que una parte de su corazón se agrande y no bombee como
de costumbre. Esta ampliación puede conducir a insuficiencia cardíaca temporal
pero grave. El New England Journal of
Medicine publicó un estudio en el que se identificaron hormonas como la
adrenalina, la noradrenalina y el cortisol liberadas en el cuerpo debido al
estrés crónico o al dolor, como culpables del síndrome del corazón roto. Los
investigadores encontraron que el tratamiento de este tipo de insuficiencia cardíaca
con la farmacología tradicional no sería eficaz, mientras que la terapia
centrada en el manejo emocional podría ayudar a aliviar el problema.
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